Soy la actual directora y presentadora del programa ‘En primera persona’ de RNE en Radio 5. Me acerco a realidades sociales que nos rodean, pero que a menudo desconocemos, sin filtros ni matices. Historias de vida y realidades de personas anónimas que merecen ser contadas por ellos, en su ambiente, sin trastocar esa realidad con la intención de llevarme a los oyentes a través de las ondas a esos otros lugares. Conocer es empatizar, conocer es no juzgar sin motivo.
‘En primera persona’ ha sido reconocido con el XVI Premio 28 de Febrero del Consejo Asesor de RTVE en Andalucía por un reportaje sobre un centro de aprendizaje, el Premio Reina Sofía contra las Drogas por un programa en colaboración con la Fundación Proyecto Hombre, el Premio Luís Portero en honor a la edición sobre donantes vivos, y el premio Derecho a la Infancia y Periodismo por un reportaje acerca del acoso escolar, entre otros.
Mi periplo por las ondas empezó antes de ir a la facultad de Ciencias de la Información en Barcelona porque estudié un curso de radio en la escuela Mk3 y me recorrí la provincia con programas y secciones varias las radios municipales como Ràdio Mollet, Ràdio Castelldefels y Ràdio Santa Perpètua de la Mogoda mientras estudiaba periodismo. Y en el año de las Olimpiadas en 1992 trabajé en la cadena musical Radio 80 Serie Oro que ya no existe.
Ya en mi último año de carrera en la Freie Universität de Berlín, fui corresponsal en Alemania para Radio Voz entre 1995 y 1998, redactora en Multikulti Radio en Berlín en 1995, además de colaborar con reportajes sociales en ORB (Osdeutscher Runfunk Berlin Brandenburg).
Posteriormente, profundicé mi compromiso con la formación en el ámbito de la radiodifusión, asumiendo el rol de profesora en el módulo de radio en el Máster en Periodismo de 360º de RTVE. Esta experiencia me permitió compartir mis conocimientos y pasión por el medio radiofónico con las nuevas generaciones de periodistas. Además, impartí talleres de radio en la Universidad de Sevilla en la Facultad de Comunicación para Radius, una iniciativa que reforzó mi convicción en la importancia de la formación práctica y especializada para los futuros profesionales del sector.
Serie de reportajes-entrevistas que hacen un recorrido histórico de un tema a partir de una historia personal.
En ese recorrido se incluyen testimonios históricos, que ayudan a conocer la realidad de otra época en que se silenció a estas voces.
Historias de personas cuyas voces han sido silenciadas por diferentes motivos: de raza, de religión, de ideologías, de color, de oficio o cualquier otra razón. Personas que han defendido unos valores éticos, justos, democráticos y muy dignos pero que no eran aceptadas por la sociedad o por los gobernantes del momento.
Voces Silenciadas que fueron marginadas y despreciadas injustamente. Algunas son voces del pasado que siguen silenciadas hoy en día, otras son nuevas Voces Silenciadas. En este espacio y ejerciendo la labor de servicio público, Voces Silenciadas pretende dar voz a todas estas personas. Cada espacio trata un tema diferente de personas que siempre han creído que “Otro mundo es posible” y han luchado y siguen luchando por ese otro mundo.
Este compromiso con dar voz a los sin voz y mi dedicación a resaltar historias olvidadas o ignoradas me valieron el honor de ser galardonada con el Premio Rey de España de Periodismo, un reconocimiento que refleja la importancia de estas narrativas en el periodismo y en nuestra sociedad.
Cartas para la libertad pretende ser el altavoz de los presos que escriben cartas. En esas cartas escribe el padre, el hijo, el amigo, el marido o el hermano. La persona y no el condenado que está en la cárcel.
A modo de diario…
Hoy también he vivido la misma sensación. Cada vez que entro en la cárcel para ir al módulo 102 del centro penitenciario en Sevilla 1 tengo la incertidumbre de: quien vendrá, se acordarán de llevar alguna carta. Es complicado contar siempre con los mismos porque hay quien está de permiso, otros acaban de salir en libertad, algunos que no están de humor o están trabajando en el economato, limpiando o cortando el pelo. Pero casi siempre llegan presos de la mano de otro que ya es habitual en el taller. Hay también quien viene, pero no le gusta escribir, aunque ayuda cuando me hablan de la jerga taleguera, por ejemplo.
En la biblioteca dónde nos reunimos las emociones están a flor de piel muchas veces. Porque leer una carta dónde te has ´expuesto´ y te has abierto de corazón, emociona al que la lee y a los que escuchamos. Es fácil hacerse una idea de cómo se vive privados de libertad durante meses o años sin poder ver a sus familiares o sin despedirse de algún familiar que ha fallecido. No todos tienen permisos para salir de vez en cuando a la calle, muchos llevan años sin pisarla.
Hay momentos en los que se dan abrazos, se cruzan miradas cómplices entre ellos, se les humedecen los ojos leyendo las cartas. Son momentos intensos para todos, pero muy liberadores al mismo tiempo. Los presos agradecen mucho ese rato de charla, de escucha relajada, dónde ellos son los protagonistas no por sus delitos y sí porque son padres, hijos, hermanos o amigos de sus amigos que sienten, lloran, ríen y sufren.
Son cartas para la libertad porque las cartas son libres, pueden escribir sin ser juzgados, sin que les reprochen o les contesten sobre la marcha. Sus palabras y sus pensamientos son libres. Además, las cartas pueden entrar y salir de la cárcel, ellos no.
Desde 2001 hasta 2004, dirigí la sección primero dentro de un magazine que bauticé como ‘El locutori’ en RNE, Ràdio 4. Era un formato muy novedoso porque invitaba al estudio de radio a personas inmigradas que en aquel entonces cuando no existían los móviles, acudían regularmente a los locutorios para hablar con sus familias y resolver el máximo de temas en el menor tiempo posible porque el contador corría y salía caro llamar. Venían a la radio y podían llamar gratis, a cambio les pedía poder grabar el inicio de las conversaciones con sus familias en sus países de origen, en sus idiomas. Y luego, seguía una entrevista con ellos. Fue un programa novedoso que estuvo invitado en el Fórum de Barcelona, el FNAC y diferentes eventos. Y en el 2004, tuve el honor de recibir el Premio Francesc Candell por el programa. Este reconocimiento fue no sólo un reflejo de mi compromiso con el periodismo social y comunitario, sino también un testimonio del impacto y la importancia de ‘El Locutori’ para abordar temas de integración y diversidad cultural en nuestra sociedad desde una mirada más humana.
En este podcast estoy creando un banco de memoria que no aparece en los libros de texto porque pertenecen a la memoria social de nuestro país. Tras más de 20 años como periodista social me he ido encontrando con personas muy valiosas y valientes que han puesto en marcha proyectos necesarios para colectivos vulnerables que hoy en día están consolidados o han creado escuela. Estoy rescatando muchos de estos testimonios para que su memoria no se pierda.
Por el camino también me voy encontrando con otras personas carismáticas que están construyendo memoria y que se suman a este banco de la memoria porque son catalizadores de cambio en nuestros barrios, en colectivos en riesgo de exclusión, en familias y en la sociedad en general. Se van entrelazando historias de vida, unas pusieron los cimientos, otras siguen construyendo sobre esas bases, otros apuestan por fórmulas novedosas pero todos lo hacen en pos de una sociedad más justa y digna para todos conquistando y consolidando derechos.